Cerveza! Sólo tengo que intentarlo una y otra vez!
No es tan fácil cuando eres un esqueleto. 😉
Cuando los monjes empezaron a fabricar cerveza en la Edad Media, yo era un visitante llamativamente frecuente para ellos. Con mi bata pensaron que era uno de ellos. Parecía venir de la jardinería, porque aún tenía la guadaña en la mano. Siempre había una cerveza. O dos. O tres …
Incluso hoy en día, me resulta difícil dejar pasar una buena cerveza. Menos mal que nunca me emborracho, porque si no hace tiempo que me habría olvidado de recoger a unos cuantos muertos.